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Lectura Fácil
Maria Gomez
“Lectura fácil” de Cristina Morales narra la historia de cuatro primas con diversidad funcional intelectual —Nati, Ángels, Marga y Patri— que comparten un piso tutelado en Barcelona. La novela, ganadora del Premio Nacional de Narrativa, utiliza diversos formatos narrativos (documentos administrativos, actas, diarios y testimonios) para explorar sus vidas y luchas por la autonomía. A través de un lenguaje crudo y directo, la obra aborda temas como la sexualidad, el activismo político y la resistencia contra las instituciones que las infantilizan. Morales construye una crítica mordaz al sistema tutelar, cuestionando las estructuras de poder que controlan a las personas con discapacidad y planteando una profunda reflexión sobre la libertad individual y los derechos civiles en una sociedad que margina la diferencia.
El título “Lectura fácil” hace referencia a un método real de adaptación de textos para personas con dificultades de comprensión, lo que constituye una ironía, ya que la novela presenta una estructura compleja y un contenido provocador. La narración alterna entre las voces de las protagonistas: Nati, la más rebelde y politizada, vinculada a grupos anarquistas; Ángels, quien documenta meticulosamente las asambleas del movimiento okupa; Marga, obsesionada con su libertad sexual y quien participa en un grupo de “Danza integrada”; y Patri, quien no se comunica verbalmente y está amenazada con ser internada en una institución.
La trama se desarrolla en el contexto del movimiento independentista catalán y las protestas sociales en Barcelona, lo que añade una capa política adicional a la historia. Un punto crucial en la novela es el proceso judicial al que se enfrenta Marga por mantener relaciones sexuales en un centro ocupacional, evidenciando cómo el sistema niega la sexualidad de las personas con discapacidad. Paralelamente, las protagonistas participan en ocupaciones, asambleas y actividades comunitarias que desafían el control institucional.
El estilo de Morales es deliberadamente transgresor, con un lenguaje explícito y sin concesiones que rompe tabúes sobre la discapacidad, la sexualidad femenina y la corrección política. La novela no busca inspirar compasión, sino cuestionar radicalmente los prejuicios sociales y las estructuras opresivas. “Lectura fácil” se convierte así en un potente alegato por la dignidad y la libertad de decisión de todos los individuos, independientemente de sus capacidades, y en una crítica feroz a la hipocresía de una sociedad que predica la inclusión mientras practica la exclusión.
La Teta Asustada
Maria Gomez
“La teta asustada” (2009) es una película peruana dirigida por Claudia Llosa que explora las secuelas del conflicto armado interno en Perú. La protagonista, Fausta (Magaly Solier), sufre de “la teta asustada”, una enfermedad transmitida a través de la leche materna por mujeres que fueron violadas durante el periodo de violencia política. Esta condición la hace vivir con un miedo extremo, especialmente hacia los hombres. Tras la muerte de su madre, Perpetua, Fausta debe enfrentar su trauma para poder darle sepultura. Sin embargo, carece de los recursos económicos necesarios. Como medida de protección ante posibles violaciones, Fausta ha introducido una papa en su vagina, un remedio tradicional que le enseñó su madre. Para conseguir dinero para el entierro, Fausta comienza a trabajar como sirvienta en la casa de Aída, una pianista adinerada de Lima. Allí, Fausta canta melodías en quechua que captan la atención de Aída, quien le propone un trato: por cada canción que Fausta le enseñe, recibirá una perla. Sin embargo, Aída termina robando las melodías de Fausta para su propio beneficio artístico, sin darle el reconocimiento prometido. Paralelamente, su primo Noé se prepara para casarse, mostrando un contraste entre la celebración de la vida y el duelo de Fausta. A lo largo de la película, Fausta desarrolla una amistad con el jardinero de Aída, Noé (no confundir con su primo), quien la trata con respeto y delicadeza, ayudándola gradualmente a superar sus miedos. La enfermedad de Fausta empeora cuando la papa comienza a germinar dentro de ella, obligándola a buscar atención médica. Finalmente, tras un desmayo, le extraen la papa del cuerpo, simbolizando su liberación del trauma.
Hacia el final, Fausta encuentra la fuerza para llevar el cuerpo de su madre a su pueblo natal para enterrarlo, cerrando así un ciclo de dolor. La película concluye con Fausta aceptando una flor de papa del jardinero, un gesto que sugiere su apertura a nuevas posibilidades y su comienzo de sanación. Una de las escenas más significativas de la película ocurre cuando Fausta canta en quechua mientras limpia la casa de Aída. Sin saber que está siendo escuchada, Fausta expresa a través de sus canciones el dolor y el trauma heredados de su madre. Aída, impresionada por la belleza melancólica de las melodías, aparece repentinamente y le pide a Fausta que cante de nuevo.
En este momento, se establece una dinámica de poder entre ambas mujeres: Aída, representante de la élite cultural limeña, ve en las canciones de Fausta un material exótico que puede explotar artísticamente, mientras que Fausta, inicialmente reticente, accede a compartir su herencia cultural a cambio de las perlas que necesita para enterrar a su madre. Esta escena ilustra perfectamente las tensiones sociales, étnicas y de clase que la película explora, así como la apropiación cultural que sufren las comunidades indígenas peruanas.
El Secreto De Sus Ojos
Maria Gomez
“El secreto de sus ojos”, dirigida por Juan José Campanella, es un thriller dramático que entrelaza una historia de amor no consumado con una investigación criminal sin resolver.
Benjamín Espósito, un ex oficial judicial, decide escribir una novela basada en un caso que lo marcó profundamente: el brutal asesinato y violación de Liliana Coloto, una joven maestra. La historia se desarrolla en dos líneas temporales paralelas: 1974-1975, cuando ocurrió el crimen e inició la investigación, y 1999-2000, cuando Benjamín intenta cerrar este capítulo de su vida.
Durante la investigación original, Benjamín trabaja junto a Pablo Sandoval, su colega alcohólico pero brillante, y bajo la supervisión de Irene Menéndez Hastings, una jueza recién graduada de quien está secretamente enamorado. Identifican al asesino, Isidoro Gómez, pero complicaciones políticas y corrupción institucional permiten que éste evada la justicia cuando es reclutado como agente de inteligencia del gobierno.
Ricardo Morales, el viudo de Liliana, queda devastado por la injusticia. Benjamín, frustrado y amenazado por sus investigaciones, se exilia en el norte del país por varios años.
Al regresar a Buenos Aires décadas después, Benjamín descubre una verdad impactante: Morales había secuestrado a Gómez y lo mantuvo cautivo en total aislamiento durante más de veinte años, un castigo que consideró peor que la muerte.
En la escena más impactante del filme, Benjamín visita la casa rural de Morales y descubre la terrible verdad. Al escuchar un ruido en el patio trasero, sigue a Morales hasta un pequeño galpón aislado donde encuentra a Gómez, envejecido y demacrado, encerrado en una celda improvisada. Morales, con una calma perturbadora, revela que ha mantenido al asesino cautivo durante décadas, visitándolo diariamente solo para decirle “Hoy tampoco”, negándole cualquier esperanza de libertad. Esta escena revela el verdadero “secreto” que había permanecido oculto por años: la venganza meticulosa y brutal de un hombre consumido por el dolor.
El Secreto de Sus Ojos
-Maria Gomez
“El secreto de sus ojos”, dirigida por Juan José Campanella, entreteje magistralmente una historia de amor no correspondido con un thriller judicial. Benjamín Espósito, un oficial judicial retirado, decide escribir una novela sobre un caso que lo marcó profundamente: el brutal asesinato de Liliana Coloto ocurrido veinticinco años atrás. La narrativa oscila entre los años 70, cuando investiga el crimen junto a su colega alcohólico Pablo Sandoval y bajo la supervisión de Irene Menéndez Hastings —de quien está secretamente enamorado—, y el presente de los años 90. Durante la investigación, Benjamín desarrolla una profunda empatía por Ricardo Morales, el devastado viudo de la víctima. Tras intensos esfuerzos, identifican y capturan al asesino, Isidoro Gómez, pero debido a turbias conexiones políticas durante la dictadura argentina, éste es liberado e incorporado al aparato de seguridad estatal, obligando a Benjamín a exiliarse por su propia seguridad. La escena culminante ocurre décadas después, cuando Benjamín, siguiendo su obsesión por cerrar este capítulo de su vida, visita a Morales y descubre la impactante verdad: el viudo ha mantenido a Gómez como prisionero en un calabozo improvisado durante más de veinte años, administrando su propia versión de “cadena perpetua” al considerar que la muerte habría sido un castigo demasiado misericordioso. Esta revelación expone la profunda cicatriz emocional que dejó el crimen y cuestiona los límites entre justicia y venganza, mientras paralelamente Benjamín finalmente encuentra el valor para intentar consumar su amor por Irene, sugiriendo que, a diferencia de Morales, él puede dejar atrás el pasado.
La mujer sin Cabeza
Maria Gomez
La película sigue a Verónica (interpretada por María Onetto), una dentista de clase media-alta en una provincia del norte de Argentina. Un día, mientras conduce distraída por una carretera rural, siente que atropella algo. Mira brevemente hacia atrás y ve lo que parece ser un perro en el camino, pero no se detiene para comprobar.
A partir de este incidente, Verónica entra en un estado de confusión y desconexión. Comienza a sospechar que quizás no atropelló a un perro, sino a un niño, después de escuchar noticias sobre la desaparición de un joven en la zona. Este pensamiento la atormenta pero no lo comparte con nadie.
Durante los días siguientes, actúa de manera extraña y distante. Su familia y entorno social (todos pertenecientes a la clase privilegiada argentina) notan su comportamiento alterado, pero en lugar de abordar directamente el problema, comienzan a cerrar filas alrededor de ella. Cuando Verónica finalmente visita el hospital donde trabajaba, no encuentran registros de su presencia allí, y gradualmente sus familiares y amigos parecen borrar cualquier evidencia que pudiera vincularla con el posible accidente.
La película explora cómo la clase social de Verónica permite que la verdad sea ocultada y cómo ella, poco a poco, vuelve a integrarse en su vida normal, aunque internamente sigue atormentada por lo que pudo haber sucedido. Martel nunca revela explícitamente si Verónica realmente atropelló a alguien o las consecuencias exactas del incidente, dejando al espectador con una sensación de ambigüedad e incomodidad moral.
Lo que más me impresiona es cómo Martel construye una tensión psicológica asfixiante a través de elementos formales: encuadres desconcertantes, sonido ambiente inquietante y una fotografía que enfatiza la desconexión de Verónica. La cámara frecuentemente se centra en partes del cuerpo o captura a los personajes desde ángulos incómodos, reflejando el estado mental fragmentado de la protagonista.
La película es brillante en su exploración de la culpa, el privilegio de clase y los mecanismos de autoprotección social. Martel nunca moraliza explícitamente, sino que invita al espectador a ser testigo de cómo las estructuras sociales operan para proteger a sus miembros privilegiados. El silencio cómplice de la familia y entorno de Verónica resulta más perturbador que cualquier condena explícita.
La Mujer Sin Cabeza
Maria Gomez
La película sigue a Verónica (interpretada por María Onetto), una dentista de clase media-alta en una provincia del norte de Argentina. Un día, mientras conduce distraída por una carretera rural, siente que atropella algo. Mira brevemente hacia atrás y ve lo que parece ser un perro en el camino, pero no se detiene para comprobar. A partir de este incidente, Verónica entra en un estado de confusión y desconexión. Comienza a sospechar que quizás no atropelló a un perro, sino a un niño, después de escuchar noticias sobre la desaparición de un joven en la zona. Este pensamiento la atormenta pero no lo comparte con nadie. Durante los días siguientes, actúa de manera extraña y distante. Su familia y entorno social (todos pertenecientes a la clase privilegiada argentina) notan su comportamiento alterado, pero en lugar de abordar directamente el problema, comienzan a cerrar filas alrededor de ella. Cuando Verónica finalmente visita el hospital donde trabajaba, no encuentran registros de su presencia allí, y gradualmente sus familiares y amigos parecen borrar cualquier evidencia que pudiera vincularla con el posible accidente. La película explora cómo la clase social de Verónica permite que la verdad sea ocultada y cómo ella, poco a poco, vuelve a integrarse en su vida normal, aunque internamente sigue atormentada por lo que pudo haber sucedido. Martel nunca revela explícitamente si Verónica realmente atropelló a alguien o las consecuencias exactas del incidente, dejando al espectador con una sensación de ambigüedad e incomodidad moral. Lo que más me impresiona es cómo Martel construye una tensión psicológica asfixiante a través de elementos formales: encuadres desconcertantes, sonido ambiente inquietante y una fotografía que enfatiza la desconexión de Verónica. La cámara frecuentemente se centra en partes del cuerpo o captura a los personajes desde ángulos incómodos, reflejando el estado mental fragmentado de la protagonista. La película es brillante en su exploración de la culpa, el privilegio de clase y los mecanismos de autoprotección social. Martel nunca moraliza explícitamente, sino que invita al espectador a ser testigo de cómo las estructuras sociales operan para proteger a sus miembros privilegiados. El silencio cómplice de la familia y entorno de Verónica resulta más perturbador que cualquier condena explícita.
Machuca
Maria Gomez
“Machuca” es una película chilena dirigida por Andrés Wood, estrenada en 2004. La historia se desarrolla en Chile durante el periodo turbulento previo al golpe de Estado de 1973 que derrocó al gobierno socialista de Salvador Allende.
La película sigue la vida de Gonzalo Infante, un niño de clase alta que asiste a un colegio privado de élite en Santiago. El director del colegio, el padre McEnroe, implementa un programa de integración social, trayendo a niños de los barrios marginales para estudiar junto a los más privilegiados. A través de este programa, Gonzalo conoce a Pedro Machuca, un niño de clase baja.
A pesar de sus diferencias socioeconómicas, Gonzalo y Pedro desarrollan una amistad. Gonzalo visita el barrio pobre donde vive Pedro y conoce a su familia, incluida Silvana, una adolescente por quien ambos sienten atracción. Mientras tanto, Gonzalo vive en un ambiente familiar problemático con una madre que tiene un amante y un padre ausente.
El contexto político se va tensando progresivamente. La película muestra las manifestaciones políticas tanto de la izquierda como de la derecha, el desabastecimiento y las colas para conseguir alimentos básicos, reflejando la polarización de la sociedad chilena de la época.
Uno de los momentos más impactantes y cruciales de la película es la escena final donde Gonzalo, desde el automóvil de su familia, observa cómo los militares maltratan a Pedro durante la intervención en su poblado, pero decide no hacer nada. Este momento representa perfectamente la cobardía moral que surge en tiempos de crisis y cómo las barreras de clase finalmente prevalecen sobre la amistad.
Esta escena es devastadora porque muestra cómo Gonzalo, que había atravesado temporalmente las barreras sociales, retrocede a la seguridad de su privilegio cuando las circunstancias se vuelven verdaderamente peligrosas. Su mirada, cargada de culpa pero resignada, simboliza la complicidad silenciosa de muchos chilenos de clase media y alta durante el golpe militar. Wood logra capturar en esta sola escena el fracaso de la integración social que el padre McEnroe había intentado fomentar y el triunfo de las divisiones de clase sobre los vínculos humanos que habían comenzado a formarse.
Los Olvidados
Maria Gomez
“Los olvidados” de Luis Buñuel (1950) es una obra maestra del cine mexicano que expone sin filtros la realidad de los jóvenes marginados en los barrios pobres de Ciudad de México. La historia sigue principalmente a Pedro, un adolescente que intenta mantenerse alejado de los problemas, y El Jaibo, un delincuente juvenil recién escapado del reformatorio. Entre las escenas más impactantes destaca el brutal asesinato de Julián a manos de El Jaibo, mientras Pedro observa paralizado por el miedo, estableciendo así el tono descarnado que caracterizará toda la película. Otra secuencia memorable es el famoso sueño surrealista de Pedro, donde Buñuel mezcla magistralmente elementos oníricos con la cruda realidad: la madre ofreciendo un pedazo de carne que flota en cámara lenta, mientras el cadáver de Julián ríe debajo de la cama. La escena de la granja escuela, donde Pedro intenta rehabilitarse y ganar la confianza del director, ofrece un breve destello de esperanza que hace aún más devastador su trágico final. La muerte de Pedro a manos de El Jaibo y el posterior lanzamiento de su cuerpo al basurero representa una de las conclusiones más desgarradoras del cine, simbolizando cómo la sociedad descarta a sus miembros más vulnerables. También resulta inolvidable la secuencia donde El Ciego es atacado por un grupo de niños, una escena que ilustra la pérdida de la inocencia y el ciclo de violencia que perpetúa la marginalidad. Buñuel utiliza una cinematografía directa y sin adornos, mezclando actores profesionales con no profesionales para lograr un realismo descarnado. La película fue inicialmente rechazada en México por mostrar una imagen “negativa” del país, pero su honestidad brutal y su compromiso con la verdad social la han convertido en un documento histórico fundamental y una denuncia social que mantiene su vigencia hasta hoy.
Hueco Retrato
Maria Gomez
El libro “Huaco retrato” de Gabriela Wiener representa una poderosa exploración autobiográfica donde la autora peruana desentraña la compleja trama de su herencia familiar y la historia colonial del Perú. La obra gira en torno a la figura de su tatarabuelo, Charles Wiener, un explorador austriaco que realizó importantes expediciones arqueológicas en Perú durante el siglo XIX, convirtiéndose en un punto de partida para examinar las tensiones entre el pasado colonial y el presente. A través de la metáfora central de los huacos, especialmente los huacos retratos (cerámicas precolombinas que representaban rostros humanos), Wiener teje una narrativa que oscila entre lo personal y lo histórico, cuestionando su propia posición como descendiente tanto de colonizadores como de colonizados. La autora utiliza estos artefactos arqueológicos, muchos de los cuales fueron extraídos y llevados a Europa por su tatarabuelo, como símbolos de la apropiación cultural y el saqueo sistemático del patrimonio cultural peruano durante la época colonial y post-colonial. La narración se construye como una investigación íntima donde Wiener confronta su propia identidad mestiza y las contradicciones inherentes a su herencia familiar, al tiempo que examina críticamente el impacto duradero del colonialismo en la sociedad peruana contemporánea. A través de su escritura, la autora cuestiona las narrativas tradicionales sobre el patrimonio cultural, la identidad nacional y las relaciones de poder que han moldeado la historia del Perú. El texto se convierte así en un ejercicio de memoria y reflexión crítica que va más allá de la simple reconstrucción genealógica, transformándose en una meditación profunda sobre la identidad latinoamericana, el legado colonial y las formas en que el pasado continúa influenciando nuestro presente. La obra destaca por su capacidad para entretejer lo personal con lo político, lo histórico con lo contemporáneo, creando un retrato complejo y matizado de la herencia colonial y sus reverberaciones en la actualidad.
También La Lluvia
Maria Gomez
Costa es el productor de una película sobre Cristóbal Colón que se rueda en Bolivia. Al inicio de la historia, se muestra como un hombre pragmático y cínico, cuya única preocupación es mantener el presupuesto del film lo más bajo posible. Su actitud hacia los indígenas bolivianos que contrata como extras es puramente utilitaria, viéndolos simplemente como mano de obra barata, lo cual se refleja en su frase “Y por dos dólares, hasta los extras hacen de extras”.
Durante el desarrollo de la película, Costa comienza a experimentar un cambio profundo en su perspectiva. Su interacción con Daniel, un líder local que interpreta a un personaje histórico en el film, y especialmente con la hija de éste, Belén, empieza a despertar en él una conciencia social que antes no tenía. Comienza a ver más allá de los números y el presupuesto, reconociendo la humanidad y la lucha de las personas que lo rodean. En mi opinion Daniel es un lider de su poblacion.
La transformación de Costa llega a su punto culminante durante las protestas por la privatización del agua. Cuando la situación se torna violenta y Belén resulta herida, Costa toma una decisión que contradice completamente su carácter inicial: arriesga el proyecto cinematográfico y su inversión personal para ayudar a la niña. Este acto simboliza su transformación completa, de ser alguien que solo veía números a convertirse en una persona que reconoce y actúa contra la injusticia.
El personaje de Costa sirve como metáfora del despertar de la conciencia social, mostrando cómo el contacto directo con la realidad y el sufrimiento de otros puede transformar incluso a las personas más pragmáticas y distantes. Su evolución es el eje central que conecta las dos narrativas principales de la película: la histórica sobre la conquista y la contemporánea sobre la lucha por el agua.