En Los olvidados, de Luis Buñuel, me impactó mucho la relación entre Jaibo y Pedro. Al principio juzgué a Jaibo muy duro porque parecía un joven casi adulto, pero luego me di cuenta de que también fue un niño víctima de la pobreza y el ambiente en el que creció. Pedro, por otro lado, quiso salir adelante, pero la falta de amor y guía de sus padres lo dejó vulnerable, y ahí fue donde Jaibo pudo aprovecharse de él. Los adultos en la película tienen una mentalidad muy dura, piensan que lo mejor es ser estrictos, pero en realidad no apoyan ni entienden la difícil situación de los niños, quienes son mucho más vulnerables que ellos.
Después de la clase, me di cuenta de que yo también caí en ese error el cual fue juzgar a un niño como si fuera adulto, sin ser más empática con las circunstancias sociales y económicas que lo rodean. Eso me hizo sentir un poco incómoda conmigo misma y me hizo tener un conflicto interno, pero también me ayudó a entender mejor la película y la realidad que Buñuel muestra.
La idea de Ana Moraña, en su texto “Young Outlaws and Marginal Lives in Latin American Cinema”, me ayudó a ver que los jóvenes en estas historias no son solo responsables de lo que les pasa, sino también producto de una sociedad que los margina y los olvida. La película y el texto me hicieron pensar en cómo a veces, sin darnos cuenta, reproducimos esas mismas actitudes de los adultos de la película.Al final, Los olvidados me dejó una sensación triste pero también una enseñanza importante, es necesario mirar a los jóvenes con más comprensión y apoyo, porque muchos son víctimas de un sistema que los abandona.