La mujer sin cabeza, dirigida por Lucrecia Martel, es una película que explora profundamente la culpa, la negación y las jerarquías sociales en la sociedad argentina. La historia gira en torno a Verónica, una mujer de clase alta que, tras sufrir un accidente automovilístico, comienza a cuestionarse si atropelló a un perro o a una persona. Este momento marca un quiebre en su percepción de la realidad. En lugar de enfrentar lo ocurrido, intenta convencerse de que solo fue un perro, y busca aliviar su culpa a través de actos superficiales, como regalar ropa a un joven jardinero de clase baja. Sin embargo, la culpa la consume, dejándola emocionalmente desconectada, como si estuviera “muerta en vida”. Su entorno social —compuesto por su familia y amigos— no solo ignora lo que ocurrió, sino que activamente encubre cualquier posible consecuencia, mostrándonos cómo el poder económico permite a las clases altas evitar la responsabilidad. La película retrata con sutileza cómo la riqueza no solo protege a las personas de la justicia, sino que también las aísla de la realidad y del sufrimiento ajeno. Martel utiliza una narrativa ambigua y una cámara distante para reflejar esta desconexión emocional, creando una crítica poderosa a la impunidad, la desigualdad y la negación colectiva que aún persisten en muchas sociedades.
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