Maria Gomez
“Los olvidados” de Luis Buñuel (1950) es una obra maestra del cine mexicano que expone sin filtros la realidad de los jóvenes marginados en los barrios pobres de Ciudad de México. La historia sigue principalmente a Pedro, un adolescente que intenta mantenerse alejado de los problemas, y El Jaibo, un delincuente juvenil recién escapado del reformatorio. Entre las escenas más impactantes destaca el brutal asesinato de Julián a manos de El Jaibo, mientras Pedro observa paralizado por el miedo, estableciendo así el tono descarnado que caracterizará toda la película. Otra secuencia memorable es el famoso sueño surrealista de Pedro, donde Buñuel mezcla magistralmente elementos oníricos con la cruda realidad: la madre ofreciendo un pedazo de carne que flota en cámara lenta, mientras el cadáver de Julián ríe debajo de la cama. La escena de la granja escuela, donde Pedro intenta rehabilitarse y ganar la confianza del director, ofrece un breve destello de esperanza que hace aún más devastador su trágico final. La muerte de Pedro a manos de El Jaibo y el posterior lanzamiento de su cuerpo al basurero representa una de las conclusiones más desgarradoras del cine, simbolizando cómo la sociedad descarta a sus miembros más vulnerables. También resulta inolvidable la secuencia donde El Ciego es atacado por un grupo de niños, una escena que ilustra la pérdida de la inocencia y el ciclo de violencia que perpetúa la marginalidad. Buñuel utiliza una cinematografía directa y sin adornos, mezclando actores profesionales con no profesionales para lograr un realismo descarnado. La película fue inicialmente rechazada en México por mostrar una imagen “negativa” del país, pero su honestidad brutal y su compromiso con la verdad social la han convertido en un documento histórico fundamental y una denuncia social que mantiene su vigencia hasta hoy.