La teta asustada es una película peruana que cuenta la historia de Fausta. Fausta es una joven que sufre de una enfermedad llamada “la teta asustada”, una creencia popular que sostiene que el miedo y el trauma se transmiten a través de la leche materna. Después de la muerte de su madre, Fausta comienza un viaje silencioso para recuperar su voz, su cuerpo y su dignidad.

Fausta es una mujer callada, retraída y llena de miedo, le tiene miedo a los hombres, miedo al mundo exterior y miedo a su propio cuerpo. Ha interiorizado este miedo tan profundamente que toma medidas extremas para protegerse, como colocarse una papa en la vagina para prevenir la violencia sexual. Su fuerza es interna y sutil. Representa a incontables mujeres que sobreviven en silencio, cargando con las heridas invisibles del trauma. A medida que da pequeños pasos, como encontrar trabajo, pagar el entierro de su madre y finalmente quitarse la papa, simboliza la resiliencia de las mujeres que han sufrido, pero que aún eligen seguir viviendo, aunque sea con cuidado y en silencio. Esta película se centra en el mundo interior de una mujer y en su relación con su cuerpo, la memoria y el trauma. La película explora cómo la violencia de género durante los conflictos políticos deja cicatrices psicológicas duraderas, no solo en quienes la sufren directamente, sino también en la siguiente generación de mujeres.

Esta no fue mi película favorita para ver porque su ritmo lento y sus temas tan fuertes a veces hacen difícil mantener el interés completo. Sin embargo, aunque no sea una película fácil o entretenida, reconozco la importancia en la forma en que representa el feminismo. Ilumina el trauma oculto e intergeneracional que las mujeres cargan y la fuerza que se necesita para sobrevivir y reclamar sus cuerpos y voces. La película da espacio a experiencias femeninas que a menudo son ignoradas o silenciadas, convirtiéndola en una contribución poderosa y necesaria al cine feminista